Cuenta la leyenda, y leyenda es, que poco después de que las
Columnas de Hércules fueran traspasadas por los fenicios, aquellos intrépidos
mercaderes-navegantes de tiempos muy, muy lejanos, puso sus reales sandalias en
nuestro antiquísimo y soleado suelo patrio, el mítico y sabio rey Salomón,
acompañado de un gran séquito, siendo tomado como señor de toda la Tierra en
nuestro suelo, convirtiéndose Tartesos en tierra tributaria.
Lo que era Tarsis, nombre que aparece en la Biblia, mítica y
perdida en los tiempos, enviaba metales preciosos a Salomón para la
construcción del Primer Templo. Fue la ciudad de Tiro la primera en enviar a
sus arriesgados navegantes a nuestra Corduva
tartésica/turdetana, acompañando a los fenicios.
Estela con escritura cuneiforme.
Nos habla del último rey neobabilonio, Nabonido, (556-539 a. C)
Pero según también algunos textos, como el Libro de los Reyes y autores hebraicos,
indagando en los avatares de su propio pueblo, como es R. Abraham Ha-Leví ben David
(s. XII de familia cordobesa) en su Libro de la Tradición (Kabala), del s.XV,
no parece alejarse demasiado en el tiempo, pues cuando Jerusalén fue
conquistada por Nabucodonosor II en el 586 a. C, el pueblo casi en su totalidad
fue hecho prisionero y deportado a Babilonia tras la destrucción del primer
Templo, donde estuvieron desterrados hasta el 536 a. C. Algunos de ellos llegaron
deportados hasta la P. I, como ofrenda
de éste al rey de Hispan, por haberle ayudado en la guerra, y quizás
acompañando al propio Nabucodonosor.
Maqueta del Primer Templo, de Salomón
Otros, sin embargo dicen que los judíos llegados a España,
lo hicieron de forma voluntaria, acompañando al rey Hispan, estableciéndose
en alguna pequeña colonia fenicia, e incluso judía, comercial de la Turdetania
y Carpetania, (Rabi Isahak de Acosta), las tribus de Judá y Leví. Los babilonios
llamaban a España Hispan.
Pero no es hasta la
caída del Segundo Templo de Jerusalén, que se produce en el año 74, cuando el
general Tito decide desterrar a un gran número de hebreos y traerlos Hispania.
Uno de los 5 Libros que compone el Taldmud
Pero ya es con Adriano, que son expulsados de modo
definitivo de aquella su Tierra Prometida bíblica. Como muestra de su odio
hacia este pueblo, Adriano toma Jerusalén y construye un templo a Júpiter en el
mismo monte Calvario, y colocó una estatua de Adonis en el Portal de Belen, y
sobre los muros de la ciudad colocó un cerdo de mármol, para humillarlos aún
más.
Mosaico representado las 12 tribus de Israel
En el año 320, en el Concilio de Elvira, el obispo cordobés
Osio, consejero del emperador Constantino el Grande ya insistía en unificar las
leyes sobre los judíos en Hispania.
Tras la llegada de los visigodos, parece que hubo un buen
entendimiento entre esto y los judíos. Gracias a ello los hispanojudíos vieron
favorecer el crecimiento de la comunidad. Hasta que en el s.VI en el concilio de Toledo, pone fin a la
situación privilegiada que tenían los judíos frente a los hispano-latinos. Fin
del arrianismo, triunfo de los católicos.
Así pues desde siglos antes de la llegada Omeya ya tenían
gran influencia y representación en administración de la república visigoda.
La situación represiva que sufría los hispano-judíos, así
como la población hispano-visigoda servil, favoreció la llegada de los
musulmanes, ya que los hispano-judíos colaboraron en su asentamiento, formando
incluso parte del ejército, y convirtiéndose en gobernadores de aquellas plazas
que iban conquistando, ya que conocían el territorio y la administración. Así
que la ayuda de éstos fue inestimables, por lo que se puede entender que desde
el primer momento los judíos, tuviese una fuerte presencia en la administración
andalusí.
Calle de la judería cordobesa
Desde la llegada de Abderramán I, el Emigrado, que puso los
pies en tierra cordobesa, gracias a que un judío le salvara vida, evitando su
muerte por segunda vez.
En Damasco, los Omeyas su relación con los judíos era
permanente y profunda, estando presentes en todas las parcelas del palacio
califal, cosa que Abderramán I traslada a Córdoba.
Los judíos eran cultos, destacaban en las letras, música,
trabajo de artesanía productos caros, comercio. Seguían conservando la lengua
de sus antepasados junto con la árabe, alcanzando por ello de una gran
prosperidad en Córdoba con los Omeyas. Aceptando tanto emires como califas su
mediación en asuntos extremadamente importantes para el Estado.
Patio del Zoco
Músicos, poetas, jueces, rabinos y comerciantes, contribuyen
al engrandecimiento el Emirato Independiente de Córdoba y posteriormente al
Califato.
Ayudaron al emir Hixem I, a apaciguar la Cora de Merida
Servando, cordobés judío de origen humilde, se convierte en
Conde Palatino, recibe el encargo por parte de Mohamed I (852-886), de
apaciguar la fiebre de los mozárabes martiriados, esto es hacerles entrar en
razón y que no sigan provocando para ser arrestados, por no cumplir las normas
de la buena “convivencia”.
Almanzor el Judío, músico de la corte de Hixem I, Rabí
Moises Aben Hanok que llegó como esclavo procedente de Babilonia, tras una
trágica odisea llega a Córdoba y se convierte en el Juez Supremo y maestro de
la Academia Taldmudista de la sinagoga y Sanedrín de Córdoba. Gracias a él,
Córdoba se convierte en el faro de orientación del saber hebreo del mundo.
Capilla de San Barolomé, construida en la Juderia
Es en ese mismo periodo califal cuando hace su aparición Hasday
ib Sahprut, procedente de Jaén, se integra en el equipo de gobierno de Abderramán
III en el 940, con su recién construida ciudad palatina, Madinat Al-Zahra, al saber de sus conocimientos médicos, científicos, políticos,
diplomáticos, astronómicos. Fue tesorero real del califa, amén de traducir el
libro que sería la base de la moderna farmacopea y descubrir un remedio contra
el veneno de las serpientes. Evitó tres conflictos bélicos, consiguiendo que
aceptasen el vasallaje hacia Abderramán III y su heredero, además de descubrir un antidoto contra la picadura de todas las serpiente, el llamado "Faruk", además de traducir al árabe el Discorides, la base de la farmacopea actual.
Hasday ibn Sahprut en el Salón del Trono frente a Abderramán III, presentando a unos legados cristianos
Poetas como Dunas Labrast y su esposa poseedores de una
prosa tan bella y descriptiva, comparable los grandes románticos del s.XIX,
junto con Menahen ben Jacob ibn Saruk, secretario
de Hasday, fueron los cronistas del califato. Josef Isaac Aben Abitur, que
tradujo el Taldmud para Alhakem II, Salomón ibn Gabirol filólogo y
poeta…..Fueron muchos los que prestaron sus servicios a la Corte Omeya, como
vemos, alcanzando altos cargos y que ayudaron a encumbrar y escribir la
Historia de una de las épocas más gloriosas de Al-Ándalus.
Biblia hebrea
Fue Jacob Aben-Gan, rico fabricante de sedas, que gracias a una gran cantidad de
dinero encontrado en el jardín de la casa del visir, invirtió en aumentar la
producción, de tal modo que no sólo Córdoba se llenó de seda, sino que toda
Europa demandaba sus telas.
Éste intervino en la disputa por ver quien se quedaba como
juez supremo de la sinagoga, queriendo que lo hiciera Aben-Abitur, en lugar del
hijo de Moisés Aben Hanok.
Al morir Hasday y Alhakem,
se pone en cuestión la elección del hijo de Hanok como Juez supremo de
la aljama judía, influyente este rico comerciante e industrial de la seda, pide
que sea depuesto para proceder a la elección de Aben-Abitur, pero él prefirió
seguir en Jaén, dejar que fuera Hanok el que siguiera.
Acceso a una casa de la judería actual
Su influencia fue tal que llegó a ocupar el cargo que dejo
Hasday, convirtiéndose en visir en el gobierno de Hixem II, poniéndole Almanzor
escolta al mismo.
Tras la muerte de Almanzor 1002, Córdoba se sume en una
guerra civil, asaltos y enfrentamientos entre los grupos de bereberes, eslavos
y el ejército de los hijos de Almanzor, convirtiéndose los generales en
autoproclamados califas. Uno de ellos Solimán, en el 1013 asalta la Judería,
saqueando y quemando las casas de los ricos mercaderes y de los rabinos. Ésta
se queda casi desierta. Unos años más tarde regresan a su casas.
Calle Judíos
Puerta actual de una casa
TRAS SUS HUELLAS JUDÍAS
Cristobal Colón buscando la nueva Sefard, encontró las Indias orientales.
Cristobal Colón buscando la nueva Sefard, encontró las Indias orientales.
Todo el mundo conoce la historia de Colón. Era un explorador
italiano de Génova, que zarpó en 1492 para enriquecer a los monarcas españoles
con oro y especias de Oriente.
Pero durante demasiado tiempo, los estudiosos hicieron caso
omiso una gran pasión de Colón: la búsqueda de liberar a Jerusalem de los
musulmanes.
Durante la vida de Colón, los judíos se convirtieron en el
blanco de la persecución religiosa fanática. El 31 de marzo de 1492, el rey
Fernando y la reina Isabel proclamaron que todos los judíos iban a ser
expulsados de España. La orden fue especialmente dirigida a los 800 mil judíos
que nunca se habían convertido, y les dio cuatro meses para hacer los equipajes
e irse.
Los judíos que se vieron obligados a renunciar al judaísmo y
abrazar el catolicismo eran conocidos como “conversos”. También hubo quienes
fingieron la conversión, practicando el catolicismo hacia el exterior, mientras
que secretamente practicando el judaísmo.
Decenas de miles de ellos fueron torturados por la
Inquisición española. Se vieron presionados a dar los nombres de sus amigos y
miembros de la familia, quienes desfilaron frente a una multitud atados a
estacas y quemados vivos. Sus tierras y posesiones personales fueron luego
repartidas por la iglesia y la corona.
Recientemente, una serie de estudiosos españoles, como José
Erugo, Celso García de la Riega, Otero Sánchez y Nicolás Díaz Pérez, llegaron a
la conclusión de que Colón era un judío, cuya supervivencia dependía de la
supresión de todas las pruebas de su origen por la brutal limpieza étnica.
Colón, que era conocido en España como Cristóbal Colón y no
hablaba italiano, firmó su testamento el 19 de mayo de 1506, e hizo cinco
curiosas disposiciones reveladoras.
Dos de sus deseos – diezmar una décima parte de sus ingresos
a los pobres y proporcionar un dote anónimo para niñas pobres – son parte de
las costumbres judías. También decretó dar dinero a un judío que vivió en la entrada
del barrio de Lisboa.
En esos documentos, Colón utilizó una firma triangular de
puntos y letras que se parecían a las inscripciones encontradas en las lápidas
de los cementerios judíos en España. Ordenó a sus herederos usar la firma a
perpetuidad.
Según el historiador británico Cecil Roth, el anagrama era
un sustituto críptico para el Kaddish, la oración recitada en la sinagoga por
los dolientes después de la muerte de un pariente cercano. Por último, Colón
dejó dinero para apoyar la cruzada que esperaba que llevaría a sus sucesores
hasta liberar la Tierra Santa.
En el libro de Simon Wiesenthal, sostiene que el viaje de
Colón fue motivado por el deseo de encontrar un refugio seguro para los judíos
a la luz de su expulsión de España. Del mismo modo, Carol Delaney, un
antropólogo cultural en la Universidad de Stanford, concluye que Colón era un
hombre profundamente religioso cuyo objetivo era navegar a Asia para obtener el
oro con el fin de financiar una cruzada para recuperar Jerusalem y reconstruir
el templo sagrado de los judíos.
Estatua homenaje de Cristobal Colón recibido por
los Reyes Católicos en el Alcázar de Córdoba
los Reyes Católicos en el Alcázar de Córdoba
En los días de Colón, los judíos creían ampliamente que
Jerusalem debía ser liberada y el Templo reconstruido para la llegada del
Mesías.
Los estudiosos apuntan a la fecha en que Colón zarpó como
una prueba más de sus verdaderos motivos. Él originalmente iba a zarpar el 2 de
agosto de 1492, un día que coincidió con la fiesta judía de Tishá Be Av,
marcando la destrucción del Primer y Segundo Templo Sagrado de Jerusalem. Colón
pospuso la fecha original para evitar embarcarse en la fiesta, lo que habría
sido considerado por los judíos un día de mala suerte para zarpar.
Los escritores y biógrafos de la época junto la la propaganda de un momento de nuestra historia muy reciente (franquismo), siempre han hecho creer que la financiación de la "empresa" de Colón, salió de los bolsillos de la reina Isabel, sin embargo fueron dos
conversos: Luis de Santángel y Gabriel Sánchez le dieron un préstamo sin
intereses de 17 mil ducados de sus propios bolsillos para ayudar a pagar el
viaje, como lo hizo Don Isaac Abarbanel, rabino y estadista judío.
De hecho, las dos primeras letras que Colón envió de regreso
de su viaje no fueron a los Reyes Católicos, sino a Santángel y Sánchez,
dándoles las gracias por su apoyo.
Fuente:
radiotica.com
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