LA MEDICINA DE DIOS: SAN RAFAEL.
Este nombre, que a cualquier
cordobés, esté donde esté y tenga la edad que tenga, sabe a quién le recuerda.
Hace su presencia en nuestro solar ya en el s. XIV, al realizar su primera
aparición al venerable Fray Simón de Souza, cuando estaba convaleciente, y
durante una de las mayores epidemias que ha sufrido esta ciudad, hacia el 1326.
Este arcángel, que decidió amar y
proteger esta tierra y su gente por
intercesión de la Virgen, como lo comunicó a este fraile. Éste que fue a
visitar al obispo D. Pascual, solicitando que colocara su imagen en lo alto de
la torre de la iglesia de San Pedro (Ramírez de Arellano) , la Catedral
cristiana en ese momento. Pero de esta imagen no ha quedado nada tras la
remodelación de su torre en el s.XVII, ya que estaba muy deteriorada. Fue
sustituida por otra realizada en plomo.
La segunda escultura que se realiza
de “nuestro” San Rafael, se encuentra en la entrada de una de las puertas de
las murallas orientales de la Axerquía, frente a Puerta Baeza.
Esta escultura realizada en el
1603, para coronar el frontón de la fachada principal del primer templo
dedicado a nuestro Custodio, Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael, hasta
que en 1610 se levantó el oratorio de San Rafael (en el s.XVIII sería ampliado
para convertirse en la Iglesia del Juramento).
Pues bien, este templo fue
levantado con las donaciones de los cordobeses, para demostrar su
agradecimiento al Arcángel, por haberlos librado de varias epidemias y otras
catástrofes, perteneciendo su patronato al Ayuntamiento (Ramírez de Arellano). Fue tal la capacidad de donación de estos
devotos, que se tardó sólo un año en erigir este templo, siendo uno de los más
bellos de la época, y hoy invadido por la vegetación y las palomas.
También
tenemos que decir que parte de esa rapidez constructiva se debe a que tenían
muy a mano la cantera, ya que la mayoría del material utilizado procedía de
edificaciones pertenecientes al arrabal islámico del Sebular (al-Sabular)
Arenal. Y que podemos apreciar en los muros de sus naves laterales y de la cabecera.
Aún hoy podemos contemplar a este
San Rafael, que vigilante contempla esa puerta, para que los vecinos de este
barrio no sean atacados por ningún mal.
Y su fuente sigue aguardando a que baje para beber, aunque ligeramente desplazada, para dejar espacio para los nuevos caminos del s. XX
Y yo, me pregunto hoy desde mi humilde posición como Intérprete del Patrimonio, ¿Cuanto tiempo ha de pasar para que recuperemos un edificio tan emblemático e importante para nuestros ancestros, y que formó parte de nuestro bien histórico?. Quien pueda responderme, por favor que lo haga.