jueves, 29 de septiembre de 2016

UN CORDOBÉS DE PLUMA EN RISTRE

En un lugar de....Córdoba de cuyo nombre si quiero acordarme ¿nació? y vivió un soldado, Intendente General y gran escritor, con pluma en ristre, para escribir una gran obra universal: Don Quijote de la Mancha, nada más.
Bien en este día de San Miguel, nació el 29 de septiembre del 1547, no sabemos si fue en Córdoba, pues aquí era donde residía sus padres y toda la familia Saavedra era de aquí, o por algún viaje que hiciera su bautizo se produjera en esa villa, y quede registrado como lugar de nacimiento.

Lo cierto, y queda registrado porque el mismo lo dice en  1593, declaraba ser vecino de la villa de Madrid y natural de Córdoba. ¿Por qué hizo esta afirmación, si se conserva la partida que señala su bautizo en Alcalá de Henares? ¿Era una forma de señalar que su procedencia familiar era cordobesa?

Lo que si es cierto es, que este gran escritor tuvo una gran relación con Córdoba, pues toda su infancia transcurre en ella, ciudad de la que era natural su abuelo Juan de Cervantes, quien ejerció como juez de bienes confiscados por el Santo Oficio y desempeñó el cargo de alcaide en Cabra, Iznájar y Baena. Su tio Andrés de Cervantes, fue así mismo alcalde ordinario de la villa de Cabra.

Esta vida infantil de Cervantes dará lugar a las diversas alusiones a lugares de Córdoba en su obra y particularmente en el Quijote  ¿Donde?, pues en un lugar tan emblemático como es la Plaza del Potro, que aparecerá en los capítulos III y XVII
Plaza del Potro
Placa conmemorativa
Su centro educativo fue el colegio de Santa Catalina, hoy Colegio de la Compañía, institución jesuita recién fundada. En «El coloquio de los perros», hace referencia a su etapa estudiantil, Berganza afirma: «Luego recibí gusto al ver el amor, el término, la solicitud y la industria con que aquellos benditos padres maestros enseñaban a aquellos niños».  Hoy, un azulejo en dicha plaza recuerda la estancia de Cervantes en el lugar.
También alude a la Puerta Osario o a la fuente de Venceguerra . En el prólogo de la segunda parte del Quijote, narra la historia de un loco cordobés que maltrataba a los perros, dejando caer sobre ellos una piedra que, en su locura, sostenía sobre su cabeza.

Casa que recoge una placa indicando el lugar donde vivio

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