17 DE NOVIEMBRE DÍA
DE SAN ACISCLO Y VICTORIA
EL OLVIDO DE UNA
CIUDAD
A algunos de nosotros nos puede
sonar ligeramente estos dos nombres, pero ¿de qué nos suena? Los más mayores,
si saben relacionarlos ¿Quizás? Pues bien, aunque no lo parezca son los
patronos de nuestra ciudad. Son estos, sobre los que se advocó la protección de
la ciudad durante más de once siglos, aunque a principios del s.XVII, parece
que fue el Arcángel San Rafael quien desplazó en la preferencia de los
cordobeses en la invocación de esa protección.
Pues bien la historia de estos
personajes se remonta al año 204 de nuestra Era, durante el dominio del emperador
Septimio Severo (según el Oposculo Martirial de Antonio Moyano Ruiz) y otros (como
Ramírez de Arellano) los sitúa con Diocleciano un siglo más tarde 304.
Dos jóvenes hermanos, que
profesaban el cristianismo, y que fueron criados por su ama, Minciana (según
nos cuenta Ramírez de Arellano), tras quedar huérfanos. Pues bien, estos
jóvenes fueron llevados a presencia del juez de la ciudad para renegar de su
fe, para ser sometidos a muy variadas y doloras torturas. Fueron azotados,
quemados los pies, trataron de ahogarlos y finalmente, a la joven Victoria le
cortaron los pechos y la lengua para luego ser atravesada por flechas, todo
ello como espectáculo en el Anfiteatro. A su hermano Acisclo lo llevan hasta la
orilla del río, junto a la boca del manantial en la orilla oriental derecha del
Guadalquivir para degollarlo y finalmente dejar allí su cuerpo.
Minciana recoge el cuerpo de
Victoria en la oscuridad de la noche, y lo traslada hasta donde se encuentra el
de su hermano, dándoles sepultura.
Y es ahí donde la gente del
pueblo empieza a visitar el lugar, levantando hacia el s. III la primera basílica
cristiana. Este primer templo cristiano de grandes dimensiones, sufrió grandes
ataques a lo largo de siglos, como los del rey visigodo Agila en el 554, y Leovigildo
584 para sacar del templo a su hijo Hermenegildo, donde se había refugiado,
quemando el edificio para hacer salir al mismo. Posteriormente lo convirtió en
un establo.
Con la llegada de Fernando III,
entrega este ruinoso templo junto con las huertas que lo circundaba, a la orden
del Cister para su explotación, construyendo el primer monasterio de la ciudad,
dando el nombre de los Santos Mártires en el s. XIII.
Parece ser que algunas de sus
reliquias fueron esparcidas por el resto de España, para su veneración, pero
siglos más tarde se recuperaron. En 1125, se decide trasladar sus restos de la
Basílica junto al río, para ser llevados a San Pedro, y ser enterrados con
otros santos más, entre ellos San Januario, Marcial y Fausto (según Ramírez de
Arellano) .
Los siglos posteriores sufre
diversa suerte, reconstrucción, deterioro y desaparición. Quedando reducido su
tamaño casi a una pequeña capilla, que fue la que visitó el rey Felipe II en el
1570, cuando arribó a Córdoba en el mes de agosto.
Finalmente a mediados del s. XIX,
debido a la desamortización, tanto la basílica como el monasterio son
desmontados, iniciándose la edificación de la pequeña Ermita de los Santos
Mártires entre 1880 y 1881 que en la
actualidad contemplamos.
En su interior se encuentra unos de los sarcófagos romanos paleocristianos con estrigilos, más antiguos de España, Su tamaño es reducido, por lo que pertenecería a alguna persona joven. En material marmóreo, decorado su frente con imágenes de la vida de San Pedro, separados por placas de estrigilos. Su datación corresponde hacia el 320 d. C, los primeros años del cristianismo como religión oficial en todo el Imperio, con Constantino el Grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario