Se dice que Córdoba, Qurtuba , llegó a contar con más de 700
mezquitas, aunque sólo hubiera dos mezquitas aljamas en Al-Ándalus durante el
Califato, la de Córdoba y la de Medinat Al-Zahra. ¿Por qué? Porque sólo en
ellas el califa dirigía la oración los viernes de la comunidad islámica.
Pues bien, debido al
gran crecimiento que experimentó Córdoba, Qurtuba,
desde la llegada de los musulmanes, hizo necesario la construcción de mezquitas
en los numerosos arrabales, o barrios islámicos, para que la población pudiera
realizar sus oraciones. De hecho, muchos de esos arrabales surgieron entorno a
una mezquita ya levantada, construida bajo el patrocinio de la élite y aristocracia
de la familia emiral, o de la administración.
Existía una ley
islámica, cuyo origen se remonta a los primeros califas de Damasco, que prohibía
terminantemente construir dentro de la Medinat ninguna otra mezquita de tamaño
mayor que la mezquita aljama, de la capital del Califato de Damasco, lay que
fue traída por Abderramán I.
Así nos encontramos
restos de algunas mezquitas, que aún se mantienen en pie, pero convertidas en
templos cristianos (Se dice que Córdoba, Qurtuba , llegó a contar con más de 700
mezquitas, aunque sólo hubiera dos mezquitas aljamas en Al-Ándalus durante el
Califato, la de Córdoba y la de Medinat Al-Zahra. ¿Por qué? Porque sólo en
ellas el califa dirigía la oración los viernes de la comunidad islámica.
Pues bien, debido al
gran crecimiento que experimentó Córdoba, Qurtuba,
desde la llegada de los musulmanes, hizo necesario la construcción de mezquitas
en los numerosos arrabales, o barrios islámicos, para que la población pudiera
realizar sus oraciones. De hecho, muchos de esos arrabales surgieron entorno a
una mezquita ya levantada, construida bajo el patrocinio de la élite y aristocracia
de la familia emiral, o de la administración.
Existía una ley
islámica, cuyo origen se remonta a los primeros califas de Damasco, que prohibía
terminantemente construir dentro de la Medinat ninguna otra mezquita de tamaño
mayor que la mezquita aljama, de la capital del Califato de Damasco, lay que
fue traída por Abderramán I.
Así nos encontramos
restos de algunas mezquitas, que aún se mantienen en pie, pero convertidas en
templos cristianos (ver Iglesias Fernandinas), y otras de las que cómo muestra
sólo tenemos sus minaretes califales, imitando al de Abderramán III, encerrado
en el interior de la Torre de la Catedral.
A este grupo pertenece
el minarete de San Juan de los Caballeros, y el del Convento de Santa Clara.
Esta mezquita califal,
tiene una historia muy similar a la del resto de edificios islámicos convertidos
en templos cristianos, salvo que sus primeros propietarios cristianos tiene un
origen real.
Bien, este templo levanta sus cimientos, según las últimas investigaciones llevadas a cabo en 1986 por Pedro Marfil, profesor, arqueólogo de la UCO,
sobre
una primitiva basílica bizantina, de la cual queda como muestra un mosaico
bizantino, con decoración vegetal, aves y geométricos.
En el año 976, no
sabemos si antes o después de la muerte de Alhakam II, se construye una mezquita,
de la que perviven el alminar (976-1010) y la puerta de calle Osio. Se
convirtió en 1256 en convento de franciscanas, donado por Alfonso X el Sabio a
esta orden.
Se transforma
profundamente en el s. XIV, y las naves de la iglesia ocuparon el patio, la
mezquita pasó a coro bajo y se le construyó otro coro alto, encima con yeserías
y artesonados.
Durante el siglo XVIII
se construyó una portada barroca a la calle Rey Heredia y unas galerías altas o
balcones entre los contrafuertes. La fábrica de sillares a soga y tizón, son ocultados
parcialmente bajo enfoscados.
Aún queda muestra de la
puerta califal con arco de herradura en la c/ Osio.
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